No es únicamente la pérdida personal que supone, sino renunciar de golpe a todo lo que se proyecta en él, las ilusiones y expectativas de cara al futuro. Lo más complicado en este proceso es la tarea de traspasar el abismo de dolor.
Después de la muerte de un hijo, las cosas pueden salirse de control. Debemos prepararnos para cometer errores en todas las áreas de nuestra vida: social, personal, laboral.
También podemos tener dificultades a la hora de concentrarnos y sentir que tenemos la cabeza en otro lado, por lo que nuestro rendimiento y productividad se verán afectados.
Todo esto es normal. Y es que después de una pérdida, el proceso de duelo es personal y doloroso. Debemos tener mucha paciencia en estos momentos tan difíciles y perdonarnos por cualquier equivocación que podamos cometer.
En este artículo presentamos algunos consejos que pueden servir de ayuda a la hora de sobrellevar la pérdida de un hijo.
Todo proceso de duelo conlleva su tiempo y cada persona vive este trance de manera diferente, por lo que es importante no apresurarnos e intentar vivir el duelo a nuestro ritmo. El duelo es la respuesta natural de nuestro cuerpo y sus etapas nos ayudarán a sanar nuestras emociones.
Dado que no existen unas determinadas reglas sobre el duelo, es mejor que nos escuchemos y nos guiemos por nuestras sensaciones y por todo aquello que nos hace bien.
El duelo es necesario y aceptar la pérdida de nuestro hijo también. Intentar evadirnos y llenar nuestros días con actividades que nos enriquezcan emocionalmente, puede ayudarnos en nuestro proceso de duelo pero también debemos dedicar tiempo a aceptar lo que ha pasado, que la pérdida de nuestro hijo es real y así poder ir atravesando cada una de las etapas del proceso de una manera natural. No podemos superar el fallecimiento de un hijo pero sí aprender a vivir sobrellevando la pérdida.
En cualquier proceso de duelo, es vital entender que el sueño va a ser uno de los factores más afectados de nuestra vida pero el descanso es vital para lograr un proceso de duelo sano.
Una vez hemos restablecido nuestra vida y vemos algo de luz en el camino, debemos ser conscientes de que en momentos señalados y fechas especiales como aniversarios o festividades como la Navidad, puede volver el duelo. Debemos estar preparados para estas emociones inesperadas que nos puedan asaltar pero teniendo en cuenta que no son signo de debilidad.
No debemos luchar contra nuestras emociones, es mejor identificarlas y expresarlas, sin imponernos obligaciones.
La pérdida de un hijo nos trae una multitud de emociones nunca antes conocidas que pueden escapar a nuestro control. Este descontrol puede llevarnos incluso a sentir que no somos dueños de las riendas de nuestra propia vida por las circunstancias.
En este punto nuestra gran aliada será la paciencia con nosotros mismos. Comprender que este tipo de emociones que nos embargan son normales e intentar sanar con el paso del tiempo.
Es esencial que no reprimamos nuestras emociones. Tendremos días mejores que otros y debemos respetar tanto los días en los que nos encontramos bien como aquellos en los que el llanto sea nuestro único consuelo.
A la hora de afrontar la muerte de un hijo, es vital comprender que el camino del luto se recorre mejor en compañía, desde una relación auténtica y sincera con otro ser humano, ya sea nuestra pareja, un familiar, un amigo muy íntimo o un psicólogo. Eligiendo bien la compañía con la que recorrer ese arduo camino es posible caminar a través de él.
También existen grupos de apoyo con los que podremos compartir historias y estrategias de afrontamiento.
Una manera de liberarnos es hablar directamente sobre el fallecimiento.
Además, hablar de nuestro hijo y ver fotos con familiares y amigos nos ayudará a honrar su memoria.
Una de las claves más importantes en este sentido es no aislarnos, está bien tener tiempo a solas para poder escucharnos y comprendernos pero si nos enfocamos solamente en monólogos internos, obstaculizamos el proceso natural de sanación y con ello, nuestro bienestar.
Durante el proceso de duelo, es esencial trabajar el dolor, la culpa y la tristeza. En muchas ocasiones sentimos que si un día nos levantamos y no estamos tristes podemos estar deshonrando su memoria. Por lo que debemos darnos espacio y sentir que tenemos derecho a estar mal pero también a estar bien.
Fuente: https://www.grupoasvserviciosfunerarios.com/apoyo-duelo/blog/como-sobrellevar-la-perdida-de-un-hijo
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